jueves, 24 de enero de 2008
Las manos de mi padre
En el tránsito del año 2007 al 2008, mi padre estuvo ingresado en el hospital, con insuficiencia respiratoria. Allí le robé varias fotos, y me gusta esta de sus manos, apoyadas en el bastón. Sus manos. Y pienso en lo que ha pasado por su manos. Los billetes que vendía en la estación de ferrocarril, mientras sus bronquios luchaban con la corriente de aire que entraba por la ventanilla. Los ladrillos, cuando construía su casa, dejando las yemas de sus dedos casi sin dibujo. Firmes sus manos sujetando el manillar de la bicicleta en que me paseaba cuando yo era un crío, sentado en un soporte sujeto en la barra. Sus manos saludando, estrechando otras manos de tantas personas que le aprecian. Toda una vida en sus manos. Venero esas manos.
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Creo que ya es hora de hablar de mi padre otra vez, y puede ser que no sea la última. Mi padre abandonó su cuerpo, el que le conocíamos, el del tío Victor, como le decían sus sobrinos, incluso su cuñado Luis; Victor le decían sus hermanos, y yo, y mi madre; sus nietas, simplemente abuelo. Era un cuerpo que ya le venía pequeño, cosas del tiempo, 88 años son bastantes para un cuerpo que trabajó mucho y duro. Bueno, el caso es que cuando se decidió a abandonarlo, estaba mi hija pequeña con él.
ResponderEliminarPobre, el berrinche que se llevó. Luego le expuse lo importante que fue su presencia, justo en ese momento, y justo en ese lugar, acompañándole. La verdad es que me hubiera gustado haber sido yo el que estuviera, pero mi padre (creo yo) seguro que eligió a Nuria porque sabía que si era yo el que estaba, no le iba a dejar morir en paz, venga a reanimarle. De hecho lo intenté cuando llegué, pero no hubo forma. Se que fue egoista, intentar reanimarle, no quería que se fuera, no sin haberme dicho adiós, pero el eligió el momento, y la verdad es que viendolo con una cierta perspectiva, no eligió mal. Ese día le dije a mi hija pequeña, no sé aún porqué, que se quedara con su abuelo, mientras yo me bajaba a tomar la cerveza de los sábados con mis compañeros y amigos fotógrafos. Otros días, me bajaba y se lo decía a mi padre, y sin más me iba. Este no. Le dije a Nuria que se quedara, y lo hizo. Y estamos satisfechos, mi hija y yo, porque mi padre se sintió querido y acompañado en ese tránsito, difícil, creo yo que el más difícil para cualquier persona. Y se que estuvo por aquí un tiempo, despues, uno o dos días, hasta que se fue. Y no pasa nada, es su casa, la que él construyó, ¿cómo no iba a costarle trabajo irse, así, sin más?. Ya nos veremos de nuevo.
Se fue tranquilamente, en su casa, en su sillón, viendo la tele, con el sol entrando por los ventanales del patio, viendo jugar a los perros, con su nieta a su lado, no fuera a ser que viniera su hijo y le intentara reanimar, con lo cabezón que es, y no le dejara irse en paz. Ya nos veremos de nuevo. Esto de que te mueran los padres, es como dar un paso al frente. Si todo va bien, seré el próximo. Rezo, a mi modo, al Dios de todos, porque todo vaya bien, y mientras, intentaremos sonreir a la vida, de la misma forma o mejor si es posible, que la vida nos sonríe a nosotros. Besos, Victor. Te he querido mucho.